La educación es un proceso de interacción entre profesor y alumno en el que ambos pueden enriquecerse si se lleva a cabo en un ambiente de libertad y respeto.
sábado, 12 de noviembre de 2011
viernes, 11 de noviembre de 2011
Distintos tipos de profesores
Existe en la actualidad la convicción casi unánime de que la figura del profesor está en crisis junto con la totalidad del sistema educativo. En lo que ya no estamos todos de acuerdo es en qué es lo que falla. Me gustaría hacer una reflexión sobre lo que podríamos llamar "el profesor ideal" y estudiar las características que debe reunir. En mi opinión el tramo de edad más conflictivo es el de los alumnos de secundaria, pues son adolescentes y ya sabemos todos que es una edad difícil. Muchos profesores se quejan de que no tienen autoridad suficiente, no se sienten respaldados por las instituciones educativas ni por los padres y se sienten desbordados ante una treintena (a veces más) de chicos y chicas a los que no pueden controlar.
Si echamos la vista atrás a nuestros tiempos de estudiantes en colegios o institutos, seguro que todos recordamos a algún profesor que nos dejó una huella positiva y a otros que nos hicieron sufrir mucho y de los que no guardamos un buen recuerdo. Si nos fijamos en los que recordamos con cariño, seguramente veremos que eran profesores a los que sentíamos cercanos, comunicativos y con los que se podía dialogar, pero a la vez se hacían respetar y nadie osaba pasarse de la raya con ellos. Eran profesores que hacían las clases amenas, estimulaban nuestra curiosidad y en general sentíamos que nos tenían en cuenta y nos respetaban. Ahí está la cuestión, a mi parecer. Conseguían el equilibrio entre confianza y autoridad, cercanía y respeto. Podía ser que nos permitieran tutearle, pero eso no cambiaba nada la sensación de respeto que nos infundían.
Otro tipo de profesor, más común y habitual, era el autoritario al que todo el mundo temía y conseguía tener la clase en silencio. A ese profesor no se le respetaba, se le temía, que es distinto. Conseguía silencio para dar su clase cómodamente, pero eso no quiere decir que consiguiera atención por parte de los alumnos, ni necesariamente buenos resultados. Es más, las asignaturas que daban los profesores así terminaban siendo esas asignaturas odiadas por todos de por vida, para unos unas y para otros otras. Los profesores son, en gran medida, los responsables de que amemos u odiemos ciertas asignaturas.
No quiero dejar sin mencionar al tercer tipo de profesor: el débil. Este es incapaz de hacerse respetar y poner orden en su clase. Es menos habitual, pero los hay y son los menos respetados por los alumnos. En sus clases se charla, se levantan de su sitio, se juega con el móvil, etc. y no pasa nada porque el profesor es incapaz de hacer nada más allá de pedir por favor que le hagan caso. A estos profesores los alumnos les toman el pelo (muy mal, por supuesto), pero el problema lo tienen ellos que no saben controlar la situación. Los mismos alumnos con otros profesores se comportan normalmente. Ya sé que lo suyo sería que los alumnos se comportaran bien con todos y los respetaran por el solo hecho de ser sus profesores, pero eso no es muy realista, creo yo. Todos hemos sido adolescentes y sabemos que necesitamos unas pautas, no se puede esperar un grado de madurez tal como para atender en clase por el gusto de aprender y el sentido del deber.
Después de describir a grandes rasgos los tres tipos principales de profesores, podemos darnos cuenta de que a los últimos ni se los recuerda. No dejan huella, ni positiva, ni negativa. Estos no deberían dedicarse a la enseñanza, por su propio bien, pues seguramente son los que más sufren y no tienen una personalidad lo suficientemente fuerte como para tratar con adolescentes en clase. Los otros dos tipos saben ajustarse a la situación y salen airosos de la experiencia. La gran diferencia que existe entre ellos es en cuanto a la forma de enseñar. El autoritario es el más común y el que opta por una postura más cómoda. No se involucra con los alumnos, no establece una relación con ellos,, mantiene una distancia que impide ir más allá de "yo explico el temario, examino y evalúo". Así, según mi opinión, se pierde mucho potencial de aprendizaje. Con profesores así sacarán buenos resultados los que ya son buenos estudiantes y por tanto sacarían buenas notas con cualquier profesor.
Es el profesor comunicativo el que tiene la facultad de despertar el interés por aprender y conocer cosas nuevas, el que consigue que alumnos que no se interesaban en ese tema, se interesen y deseen participar. El que verdaderamente se relaciona con los alumnos y, por lo general, éstos le admiran. Por todo ello, creo que los profesores deberían contar con una preparación más completa a nivel pedagógico, que les capacitara para "enfrentarse" a los alumnos con éxito. Creo que ese es el gran déficit actual en cuanto al profesorado. Y pienso que ellos lo agradecerían en gran medida, pues haría su labor más fácil.
No me parece que la solución al problema esté en si debe tratarse al profesor de usted o dándole la condición de autoridad pública como se propone desde algunos círculos políticos. Eso sería un paso atrás. La educación debe basarse en la comunicación y el respeto entre profesor y alumno, y es el profesor (como adulto que es) quien debe saber poner los límites sin tener que hacer uso de una autoridad basada en el temor.
Me gustaría terminar diciendo que la profesión de profesor es una de esas que puede ser maravillosa si tienes vocación y un tormento si no la tienes, y me parece que hay muchos profesores que lo son por razones ajenas a la vocación.
Si echamos la vista atrás a nuestros tiempos de estudiantes en colegios o institutos, seguro que todos recordamos a algún profesor que nos dejó una huella positiva y a otros que nos hicieron sufrir mucho y de los que no guardamos un buen recuerdo. Si nos fijamos en los que recordamos con cariño, seguramente veremos que eran profesores a los que sentíamos cercanos, comunicativos y con los que se podía dialogar, pero a la vez se hacían respetar y nadie osaba pasarse de la raya con ellos. Eran profesores que hacían las clases amenas, estimulaban nuestra curiosidad y en general sentíamos que nos tenían en cuenta y nos respetaban. Ahí está la cuestión, a mi parecer. Conseguían el equilibrio entre confianza y autoridad, cercanía y respeto. Podía ser que nos permitieran tutearle, pero eso no cambiaba nada la sensación de respeto que nos infundían.
Otro tipo de profesor, más común y habitual, era el autoritario al que todo el mundo temía y conseguía tener la clase en silencio. A ese profesor no se le respetaba, se le temía, que es distinto. Conseguía silencio para dar su clase cómodamente, pero eso no quiere decir que consiguiera atención por parte de los alumnos, ni necesariamente buenos resultados. Es más, las asignaturas que daban los profesores así terminaban siendo esas asignaturas odiadas por todos de por vida, para unos unas y para otros otras. Los profesores son, en gran medida, los responsables de que amemos u odiemos ciertas asignaturas.
No quiero dejar sin mencionar al tercer tipo de profesor: el débil. Este es incapaz de hacerse respetar y poner orden en su clase. Es menos habitual, pero los hay y son los menos respetados por los alumnos. En sus clases se charla, se levantan de su sitio, se juega con el móvil, etc. y no pasa nada porque el profesor es incapaz de hacer nada más allá de pedir por favor que le hagan caso. A estos profesores los alumnos les toman el pelo (muy mal, por supuesto), pero el problema lo tienen ellos que no saben controlar la situación. Los mismos alumnos con otros profesores se comportan normalmente. Ya sé que lo suyo sería que los alumnos se comportaran bien con todos y los respetaran por el solo hecho de ser sus profesores, pero eso no es muy realista, creo yo. Todos hemos sido adolescentes y sabemos que necesitamos unas pautas, no se puede esperar un grado de madurez tal como para atender en clase por el gusto de aprender y el sentido del deber.
Después de describir a grandes rasgos los tres tipos principales de profesores, podemos darnos cuenta de que a los últimos ni se los recuerda. No dejan huella, ni positiva, ni negativa. Estos no deberían dedicarse a la enseñanza, por su propio bien, pues seguramente son los que más sufren y no tienen una personalidad lo suficientemente fuerte como para tratar con adolescentes en clase. Los otros dos tipos saben ajustarse a la situación y salen airosos de la experiencia. La gran diferencia que existe entre ellos es en cuanto a la forma de enseñar. El autoritario es el más común y el que opta por una postura más cómoda. No se involucra con los alumnos, no establece una relación con ellos,, mantiene una distancia que impide ir más allá de "yo explico el temario, examino y evalúo". Así, según mi opinión, se pierde mucho potencial de aprendizaje. Con profesores así sacarán buenos resultados los que ya son buenos estudiantes y por tanto sacarían buenas notas con cualquier profesor.
Es el profesor comunicativo el que tiene la facultad de despertar el interés por aprender y conocer cosas nuevas, el que consigue que alumnos que no se interesaban en ese tema, se interesen y deseen participar. El que verdaderamente se relaciona con los alumnos y, por lo general, éstos le admiran. Por todo ello, creo que los profesores deberían contar con una preparación más completa a nivel pedagógico, que les capacitara para "enfrentarse" a los alumnos con éxito. Creo que ese es el gran déficit actual en cuanto al profesorado. Y pienso que ellos lo agradecerían en gran medida, pues haría su labor más fácil.
No me parece que la solución al problema esté en si debe tratarse al profesor de usted o dándole la condición de autoridad pública como se propone desde algunos círculos políticos. Eso sería un paso atrás. La educación debe basarse en la comunicación y el respeto entre profesor y alumno, y es el profesor (como adulto que es) quien debe saber poner los límites sin tener que hacer uso de una autoridad basada en el temor.
Me gustaría terminar diciendo que la profesión de profesor es una de esas que puede ser maravillosa si tienes vocación y un tormento si no la tienes, y me parece que hay muchos profesores que lo son por razones ajenas a la vocación.
Presentación
Empiezo este blog con la intención de hacer varias reflexiones sobre la educación y plantear cuestiones que puedan llevar a una mejora en el ejercicio de la profesión educativa, especialmente en las etapas de educación primaria y secundaria, ya que son éstas las que, a mi juicio, más influyen en el desarrollo y la vida de adultos.
Invito a todo el que esté interesado en el tema a participar con sus comentarios y así intercambiar puntos de vista, lo que nos enriquecerá a todos.
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