miércoles, 23 de noviembre de 2011

El aburrimiento como fuente del pensamiento y la creatividad.

Echando un vistazo a los niños de hoy es fácil comprobar que la gran mayoría están apuntados a un montón de actividades extraescolares: fútbol, judo, inglés, informática, ballet, música, pintura, cerámica, teatro, yoga, baloncesto....y así podríamos seguir hasta completar una larga y variada lista de ofertas. Los padres parecen estar obsesionados con la idea de rellenar el tiempo libre de sus hijos con este tipo de actividades para que aprendan y no estén las tardes sin hacer nada. Algunos incluso los apuntan a tantas clases que todos los días tienen una, de modo que entre el colegio, las actividades extraescolares y los deberes, los niños tienen sus días completos sin tiempo libre del que puedan disponer ellos a su gusto. A mí esto me parece totalmente contraproducente para un buen desarrollo del niño. Primero, porque resulta estresante tener el día ya establecido con unos horarios fijos desde la mañana hasta la noche. Y segundo, porque no se les deja la opción de organizar el tiempo libre según sus deseos. Los padres argumentan que no quieren que sus hijos se pasen las tardes sin hacer nada, pero es que no pasarían las tardes sin hacer nada ; se les ocurriría algo si les diéramos la opción. Y si se aburren, no importa. Se pondrán a pensar, lo cual es muy sano y, o bien idearán algo con lo que entretenerse, o bien terminarán reflexionando sobre algo. Creo que es fundamental dejar tiempo libre a los niños, pero tiempo libre de verdad, para que ellos lo ocupen como les parezca. Si los padres les organizan el tiempo a sus hijos siempre, éstos tampoco aprenderán a gestionarlo y no se harán independientes, esperando así que alguien les diga o sugiera lo que tienen que hacer cuando están aburridos.
Me parece razonable que los padres demos ideas de cosas que pueden hacer nuestros hijos o los animemos a realizar diversas actividades, pero deben ser solo sugerencias. Deben aprender ellos por sí mismos a organizarse y encontrar actividades en las que encuentren satisfacción.
Si siempre los dirigimos en todo, no aprenderán a ser independientes y tener un criterio propio.